jueves, 6 de noviembre de 2025

Introducción

 La noche en que la luna habló



Dicen que aquella noche la luna no brillaba: observaba.

No era una luna cualquiera. 


Era una luna llena, enorme, curiosa, casi insolente.

Y desde lo alto de los tejados de París —o quizá desde la ventana del aula 4A— parecía susurrar:

“No temas al lobo. Escucha su historia.”

Todo comenzó con una canción antigua, de esas que tus padres cantaban sin entender bien la letra.

Un tema ochentero con sintetizadores, trajes imposibles y un título que parecía un chiste:

“El hombre lobo en París”.

Pero aquella mañana, algo no cuadraba.


La canción empezó a sonar sola en el altavoz del aula,

la pantalla del ordenador parpadeó, y alguien juró haber visto reflejada una sombra con ojos dorados en el cristal de la ventana.

Silencio.

Un par de alumnos rieron nerviosos.

Y de pronto, en la pizarra apareció escrita una frase que nadie recordaba haber escrito:



Las leyendas no mienten.
Solo esperan que alguien las escuche.